lunes, 12 de septiembre de 2011

Regresa

Bienvenidos nuevamente a este, el reino de reyes con propiedades mayores a las 38 hectáreas, con súbditos y súbitos, con tele quinos y caloies en radio. Aquí no le hacemos asco a la falta de necesidad, aquí no llega la luz de Sirio, aquí no te ve tu papito.

Mientras todo siga así, quién querría cambios: la emoción inundaba a Toli, el flaco del taxi. Va y viene, lleva y trae, la profesión del delivery de gente:

- ¿Hola? ¿Hablo con la agencia?
- Sí, sí, buenas noches.
- Mire, tengo una abuela (promediando los 80) para llevar unos dos kilómetros máximo.
- Ok señora ¿dirección?

(me salteo la parte de la dirección porque tendría que inventar una para no poner en peligro la seguridad de una persona real y habitante de una dirección existente)

- Hola ¿agencia?
- Sí sí, buenas noche señorita.
- Necesito por favor una abuela, casi vecina, como para devolver mañana a la tardecita...
- A ver, a ver... ¿dirección?

(me salteo de nuevo esa parte porque no me parece ponerlos en el aprieto de pensar "¿habrá puesto una dirección real? ¿habrále por ello enviado chorro?")

- Sí señorita, tengo lo que busca

¿No se imaginan el final? O sea ¿tengo que seguir con la historia como para redondear la idea? Miren, el negocio del People delivery es muy rentable pero se pone en juego la salud del ser mercadería. Hemos tenidos hallazgos emocionales profundos y con una tesura prácticamente indomablemente propensa al recibo de látigos. Yo me abro muchachos, le vendí mis acciones a Mr. Stone. Adieu...
- ¿Qué? ¿Vos me estás hablando en serio Pedrito? ¿Tu vida vas a dejar? ¿¡TU VIDA?!
- Je... mirá Fabiancito, miles de veces me pregunté si realmente una cosa así podría llegar a ser tan parecida al objeto real como para confundirse tanto que el objeto objeto de la copia comienza a ser el impostor, el duplicado, y todo porque a alguien se le ocurrió atacar la originalidad con fotocopias alto contraste. Ahí está, nos quedamos con la copia ¿y los detalles? Allá, lejos, con el original... si es que todavía vive...
- Pero... Pedrito... ¡EL DELIVERY!
- Ji... sí, sí, fabiancito, pensé que por un momento habías captado mi sútil capacidad de camelaje. Veo que no. Dejá, me voy. No os olvidéis que dejé la pava al fuego.

Como quien no quiere la cosa, va cayendo gente al baile. Cuánto baile, cuánta algarabía juvenil. En pares de tres se mandan sin mayores problemas ni cuestiones homeopáticas y se largan a llorar y no son flores más pancetas en finas lonjas.

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