lunes, 9 de mayo de 2011

Casi un viaje

No llegué a tiempo, estaba buscando...
Voy a ponerme Melancólico... la nueva fragancia de Kenzo. ¿Se puede poner el nombre de una multinacional así como así o me harán juicio por daños y lastimaduras? Qué bárbaro lo paranoica que está la sociedad. Lo. La. Estuve dibujando con un pincel y tinta japonesa. Estos japoneses están en todos lados, gracias a Amaterasu. El rey banana es muy buena onda, tiene cabeza chiquita, pero por donde pasa todos pelan, sin excepción. Licuado. Me estuvieron dando consejos y por este camino voy, no sé adónde lleva pero por lo pronto da resultados diferentes. Qué difícil es escribir autobiográficamente, es imposible, me saboteo constantemente ¡vamos para otro lado!
Valiente.
Sin lugar a dudas, la sorpresa familiar fue grande. Nadie, entre los que cabe destacar a la abuela, imaginó alguna vez que ella pudiera llegar lejos. Tan lejos. No la veían hacía unos trece años. Había nervios. Se sentían como si esperaran la llegada de una celebridad. Una tapa sin revista. Sin embargo cuando llegó todos respiraron aliviados, sonrisas exageradas, juicios sobre su peso, su estatura y el impacto del éxito en sus piernas (¡y esas patas de gallo!) ayudaron a tranquilizar a la familia. Sintiéndose mucho mejor consigo misma, Matilde le ofreció una silla, claramente la necesitaba más que ella pensó, mientras Alberto, su marido y el hermano de la estrella, sonreía imaginando como la demacrada imagen de su hermana silenciaría por un tiempo las quejas constantes de su mujer frente al espejo. El tío Enrique le preguntaba cómo había encontrado la ciudad, si había extrañado la comida de la abuela (aunque la nona nunca había sido gran cocinera  y hoy contaban con un modesto servicio de lunch para recibirla) y otras preguntas de guión. Nadie escuchaba las respuestas. Todos se alegraban de no haber tenido éxito, de poder sacarse una foto sin preocuparse por no tener al menos medio perfil bueno, o regular para el caso. Al final de la velada, dijo unas palabras, agradeció por el agasajo, felicitó a todos por lo bien que se mantenían, propuso una foto como aquella que se sacaran trece años atrás y solicitó le enviaran una copia. Se fue en taxi.
Unas semanas más tarde la abuela puso la foto nueva junto a la vieja. Los años no habían pasado para la familia. Salvo para su nieta, claro está. Sonó el teléfono. Era Matilde. Disimuló sus nulas ganas de conversar y habló durante 3 horas.

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Bueno, bueno. Vamos armando el sillón que es de noche.

3 comentarios:

  1. Me paro y aplaudo de pie los nuevos esfuerzos, el camino y la búsqueda, por que realmente me gusta mucho para donde está yendo la cosa. clap clap clip clap tic tuc tac clap!

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  2. Desde mi ignorancia digo: "A mi me está gustando más lo narrado..." ¿Me perdonás?

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